Recuerdos de un psiquiatra
que acompaña a niños y adolescentes
Cuando siendo adolescente me planteé mi futura profesión, escogí medicina. Me limité a buscar algo con lo que pudiese ayudar a los demás y especialmente a los niños.
Con los años fui viendo que me equivocaba. En realidad, se puede ayudar a los demás desde cualquier actividad o profesión.
Cuando cumplí diecisiete años, mis amigos me regalaron una pequeña figurita que era un payaso… ¿Sería una premonición? El caso es que todavía ahora, después de más de cincuenta años, conservo aquella figurita.
¡Brunno, dos y tres!
Mi hermano, una tarde de diciembre de 1977 me comentó: «Cuando iba en el metro se me ha ocurrido que podríamos crear un grupo de payasos». Le contesté que me atraía mucho la idea, que nos daba la posibilidad de pasarlo bien juntos y tras el drama que él había vivido era una ocasión para recuperar el buen humor.
Los niños necesitan agua, alimento, luz, aire y ser cuidados como lo son las plantas y el árbol de este cuento, que además ofrece flores y frutas, como los niños, que también aportan vida. Pero hay algo más y es el cariño que necesitan y reclaman, como expresó nuestra pequeña amiga a través de su cuento.
En las situaciones más duras, los niños pueden llegar a demostrar que hay recursos y un resquicio para la esperanza y cuando los ves levantar el vuelo, encontrar bienestar y sonreir, tú también sonríes con ellos, agradeces, aprendes de su ejemplo y celebras su vuelo.
Desde 1992, la escuela, mostrando su confianza en los monitores, les permitía quedarse la última noche en el colegio y a lo largo de aquellas horas pasaban muchas anécdotas y se movilizaban muchas emociones. Teníamos una cena y celebrábamos que todo había ido bien.
Más tarde, me entregaban un regalo y siempre entendí que ese regalo era en realidad para los adultos que habían confiado en ellos y no exclusivamente para mí. Nunca fueron regalos comprados, sino que los construían ellos, con una enorme creatividad, sensibilidad y simbolismo.
He dado las gracias en muchos momentos, y estoy contento de haberlo hecho. Pienso que el agradecimiento es uno de los mayores gestos que podemos expresar los humanos y valoro que se me enseñara desde pequeño a ser agradecido. Es bueno demostrar agradecimiento hacia quienes nos han dado la mano, nos han mostrado sentimientos, ejemplos y maneras de vivir, compañía, alegría, sonrisas, solidaridad y tantas cosas más, personas a las que generalmente nos une un vínculo especial de amor y afecto. El agradecimiento no es únicamente una actitud hacia la vida, es también saber reconocernos a nosotros y a los demás con humildad.
¡GRACIAS!
Recuerdos de un psiquiatra
que acompaña a niños y adolescentes
Cuando siendo adolescente me planteé mi futura profesión, escogí medicina. Me limité a buscar algo con lo que pudiese ayudar a los demás y especialmente a los niños.
Con los años fui viendo que me equivocaba. En realidad, se puede ayudar a los demás desde cualquier actividad o profesión.
Cuando cumplí diecisiete años, mis amigos me regalaron una pequeña figurita que era un payaso… ¿Sería una premonición? El caso es que todavía ahora, después de más de cincuenta años, conservo aquella figurita.
Mi hermano, una tarde de diciembre de 1977 me comentó: «Cuando iba en el metro se me ha ocurrido que podríamos crear un grupo de payasos». Le contesté que me atraía mucho la idea, que nos daba la posibilidad de pasarlo bien juntos y tras el drama que él había vivido era una ocasión para recuperar el buen humor.
¡Brunno, dos y tres!
Los niños necesitan agua, alimento, luz, aire y ser cuidados como lo son las plantas y el árbol de este cuento, que además ofrece flores y frutas, como los niños, que también aportan vida. Pero hay algo más y es el cariño que necesitan y reclaman, como expresó nuestra pequeña amiga a través de su cuento.
En las situaciones más duras, los niños pueden llegar a demostrar que hay recursos y un resquicio para la esperanza y cuando los ves levantar el vuelo, encontrar bienestar y sonreir, tú también sonríes con ellos, agradeces, aprendes de su ejemplo y celebras su vuelo.
Desde 1992, la escuela, mostrando su confianza en los monitores, les permitía quedarse la última noche en el colegio y a lo largo de aquellas horas pasaban muchas anécdotas y se movilizaban muchas emociones. Teníamos una cena y celebrábamos que todo había ido bien.
Más tarde, me entregaban un regalo y siempre entendí que ese regalo era en realidad para los adultos que habían confiado en ellos y no exclusivamente para mí. Nunca fueron regalos comprados, sino que los construían ellos, con una enorme creatividad, sensibilidad y simbolismo.
He dado las gracias en muchos momentos, y estoy contento de haberlo hecho. Pienso que el agradecimiento es uno de los mayores gestos que podemos expresar los humanos y valoro que se me enseñara desde pequeño a ser agradecido. Es bueno demostrar agradecimiento hacia quienes nos han dado la mano, nos han mostrado sentimientos, ejemplos y maneras de vivir, compañía, alegría, sonrisas, solidaridad y tantas cosas más, personas a las que generalmente nos une un vínculo especial de amor y afecto. El agradecimiento no es únicamente una actitud hacia la vida, es también saber reconocernos a nosotros y a los demás con humildad.
¡GRACIAS!
Recuerdos de un psiquiatra
que acompaña a niños y adolescentes
Beneficios destinados al proyecto “Tinc IDP. No estic sol”
BCN PID Foundation
Con la colaboración del colegio Jesuïtes Casp,
Fundació Vidal i Barraquer i Fundació Eulàlia Torras de Beà.
© José Manuel Ibáñez
Recuerdos de un psiquiatra
que acompaña a niños y adolescentes
Beneficios destinados al proyecto “Tinc IDP. No estic sol”
BCN PID Foundation
Con la colaboración del colegio Jesuïtes Casp,
Fundació Vidal i Barraquer i Fundació Eulàlia Torras de Beà.
© José Manuel Ibáñez